La fertilidad de la tierra es, sin lugar a dudas, el secreto mejor guardado de los huertos más productivos y la clave para tener éxito con nuestros cultivos. Y es que, aunque nosotros solo vemos tierra, lo cierto es que el suelo de un huerto sano es un auténtico ecosistema en el que todos sus habitantes y componentes colaboran silenciosamente en que la tierra tenga todo lo que nuestros cultivos necesitan.
Así millones de lombrices, hongos, bacterias y microorganismos no solo habitan la tierra sino que, además, contribuyen a su fertilidad. No hablamos, únicamente, de que todos estos habitantes que nos pasan desapercibidos transformen la materia orgánica en nutrientes. Además su presencia en el suelo favorece que esos nutrientes se fijen, promoviendo además el crecimiento de todas las plantas que tiendan sus raíces en él. Y no solo eso: el hecho de que nuestro huerto cuente con un suelo sano y equilibrada hará, también, que los frutos que cosechemos tengan más nutrientes. Algo que no podemos pasar por alto si buscamos que nuestra cosecha redunde en positivo en nuestra salud.

Tan importante como saber la importancia que tiene la fertilidad de la tierra es conocer cómo fomentarla. La mejor manera de evitar que nuestra tierra se agote y, de paso, la garantía de no tener que aprender cómo prevenir las plagas en el huerto de forma eficaz.
- CARACTERÍSTICAS DE UNA TIERRA SANA
- 1. Rica en materia orgánica, uno de los elementos imprescindibles para la fertilidad de la tierra
- 2. Una correcta estructura, clave para el desarrollo de nuestras plantas
- 3. Un pH equilibrado, fundamental para el desarrollo de los cultivos
- 4. El equilibrio de nutrientes, algo por lo que debemos velar
- 5. Evitar los contaminantes químicos, otro detalle fundamental
- CÓMO MANTENER LA FERTILIDAD DE LA TIERRA
- 1. Alimentar el ecosistema que vive en la tierra, imprescindible
- 2. La rotación de cultivos, fundamental para cuidar la fertilidad de la tierra
- 3. Proteger el terreno en las distintas épocas del año
- 4. Regar de forma eficaz
- 5. Evitar cavar profundamente, un último detalle para cuidar de la fertilidad de la tierra
- CÓMO CUIDAR LA FERTILIDAD DE LA TIERRA SEGÚN LA ÉPOCA DEL AÑO
- 1. Primavera, la preparación para la siembra
- 2. Verano, sinónimo de protección
- 3. Otoño, momento de regenerar la tierra
- 4. Invierno, la estación en la que tenemos que proteger la fertilidad de la tierra
CARACTERÍSTICAS DE UNA TIERRA SANA
Considerando el suelo como un organismo vivo, hay algunos aspectos que definen su buena salud. Conocerlos nos permitirá evaluar el estado de la tierra de nuestro huerto y, en caso de detectar deficiencias, ponerles solución para que nuestros cultivos salgan adelante.
1. Rica en materia orgánica, uno de los elementos imprescindibles para la fertilidad de la tierra
Se establece que, para que un suelo esté sano, debe tener entre un 3% y un 6% de materia orgánica. Un porcentaje no solo garantiza la buena actividad biológica del suelo o un aporte natural de nutrientes a nuestras plantas sino que, además, tiene una relación directa en la estructura del suelo.
Además una tierra rica en materia orgánica es sinónimo de una alta actividad biológica en ella. Así que si, escarbando, encuentras lombrices o cochinillas es un signo inequívoco de que tu suelo está sano.
2. Una correcta estructura, clave para el desarrollo de nuestras plantas
Una tierra sana se caracteriza por ofrecer una buena aireación, fundamental para el desarrollo de las raíces de las plantas; por absorber correctamente el agua y por la capacidad de drenar de forma adecuada el exceso. A simple vista, un indicativo de que una tierra está sana es a la hora de manejarla es que no está ni excesivamente suelta ni muy compacta.
Especialmente tras el invierno y si no tomamos las precauciones necesarias, es habitual que la tierra de nuestro huerto esté compactada. Algo que debemos revertir ya que el hecho de que el suelo esté apelmazado no solo impide el crecimiento normal de las raíces o dificulta la absorción de agua. Sin duda el impacto directo y más preocupante es que mengua la actividad microbiana. Esa que es tan fundamental para la fertilidad de la tierra.
3. Un pH equilibrado, fundamental para el desarrollo de los cultivos
Un detalle que solemos pasar por alto y que, sin embargo, incide directamente en la buena salud del suelo. El pH ideal para cultivar hortalizas esta entre 6 y 7. Un rango que oscila entre tierra ligeramente ácida y neutra, que favorece que los nutrientes estén disponibles para nuestras plantas.
Tan malo es que sea demasiado bajo o que esté elevado ya que, en cada escenario, el pH estará bloqueando determinados nutrientes y minerales. Si el pH de la tierra está muy bajo, por debajo de 5,5, nuestras plantas no tendrán acceso a nutrientes importantes como el calcio o el magnesio. Y, si esta por encima de 7,5, nuestras plantas se verán privadas de componentes tan importantes como el hierro, el fósforo o el manganeso.

4. El equilibrio de nutrientes, algo por lo que debemos velar
Tanto por la salud como por la fertilidad de la tierra. Un suelo sano contiene macronutrientes esenciales como el nitrógeno, vital para el crecimiento vegetativo; el fósforo, que ayuda a las raíces y a la floración; y el potasio, que favorece la salud general de la planta. Al margen de ellos, también debe haber presencia de micronutrientes claves para el desarrollo vegetal como son el hierro, el zinc, el magnesio o el calcio.
5. Evitar los contaminantes químicos, otro detalle fundamental
Apostar por productos ecológicos es vital para velar por la salud de la tierra. El uso de químicos no solo tiene un impacto directo en el suelo, pudiendo alterar su pH o causando desequilibrios en los nutrientes, sino que además pueden comprometer toda esa vida microbiana que no vemos y que es garantía de fertilidad de la tierra.

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CÓMO MANTENER LA FERTILIDAD DE LA TIERRA
Comprendido qué es un suelo sano, es momento de saber qué prácticas debemos llevar a cabo para mantener la fertilidad de la tierra de nuestro huerto. Unas sumamente sencillas de aplicar en nuestro espacio de cultivo.
1. Alimentar el ecosistema que vive en la tierra, imprescindible
Si consideramos la tierra como un organismo vivo, es lógico tener que alimentarlo correctamente. Una forma de colaborar con toda esa biodiversidad que vive en la tierra y que tiene un papel fundamental para el desarrollo de nuestras plantas de huerto.
Para ello nada como agregar a nuestra tierra compost o humus de lombriz: dos maravillosas enmiendas orgánicas que contribuirán a mantener ese ecosistema que, aunque no vemos, vela por nuestros cultivos.
2. La rotación de cultivos, fundamental para cuidar la fertilidad de la tierra
Planificar la rotación de cultivos en el huerto no es, únicamente, una práctica más recomendable sino más bien una obligación. Hacerlo evitará agotar la fertilidad de la tierra y, de paso, provocar que nuestros cultivos sean objeto de plagas. Y es que conviene comprender que las distintas familias de hortalizas tienen demandas específicas de nutrientes. Un buen motivo para comprender que, de volver a plantarlas en el mismo lugar, el resultado no será positivo ya que la tierra no contará con los recursos nutricionales que necesitan.
Para evitar que eso suceda, es importante conocer cómo deben ser las alternancias de cultivo y seguirlas a rajatabla. Solo así unas hortalizas compensarán, a nivel de nutrientes, lo que otras consumieron. Y solo así, también, podremos mantener sanas nuestras plantas de huerto.
3. Proteger el terreno en las distintas épocas del año
Algo clave y que solemos pasar por alto en lo que respecta al a fertilidad del suelo. La tierra está constantemente expuesta a las inclemencias del tiempo con todo lo que eso conlleva. Durante los meses de frío, las bajas temperaturas sumadas a la lluvia y las heladas provocan la compactación del suelo. También en esta época del año, el viento puede conllevar la erosión de la superficie. Y, en meses de buen tiempo, el sol y el calor también tienen un efecto directo en la correcta salud de la tierra.
Por este motivo, es fundamental que durante todo el año protejamos la tierra del huerto acorde a la climatología y evitando, en todo momento, dejar el suelo desnudo. Si durante los meses de otoño e invierno la clave puede estar en usar cultivos de cobertura, en los meses de calor tendremos que optar por hacer un mulching. El objetivo en cada época del año es diferente: mientras que en otoño e invierno buscaremos proteger de la erosión y aportar materia orgánica para mejorar la fertilidad del suelo, en primavera y verano buscaremos que ese acolchado natural permita conservar la humedad además de regular la temperatura del suelo o, cuando se descomponga, servir de materia orgánica.

4. Regar de forma eficaz
Un exceso de agua provocará que la tierra se compacte y que tenga menos oxígeno del que necesitan tanto nuestros cultivos como los habitantes del ecosistema del suelo. Por eso y más allá de conocer la pauta de agua correcta que necesitan nuestras plantas, es importante utilizar un sistema de riego por goteo para mantener la humedad necesaria sin excesos.
Tan importante como esto es, fundamentalmente cuando hace calor, regar o bien a primera hora o a última de la tarde. Solo eso así garantizaremos que el riego no se evapora como consecuencia del calor de la tierra y que cumple su función.
5. Evitar cavar profundamente, un último detalle para cuidar de la fertilidad de la tierra
Podríamos pensar que cavar en profundidad es sano para nuestro huerto por permitirnos oxigenar la tierra y, de hacerlo, nos estaríamos equivocando. Cavar profundamente tiene consecuencias directas en la fertilidad de la tierra ya que no solo rompe la estructura natural del suelo sino que, además, puede destruir las redes biológicas subterráneas que favorecen la buena salud de las plantas.
No es la única consecuencia. Cavar en profundidad también aumenta la erosión del suelo y, al exponer la materia orgánica al oxígeno, acelera su oxidación menguando la fertilidad de la tierra.
CÓMO CUIDAR LA FERTILIDAD DE LA TIERRA SEGÚN LA ÉPOCA DEL AÑO
Como es lógico, velar por la fertilidad de la tierra depende de la estación en la que nos encontremos. Una razón de peso para adecuar las necesidades y mimos que el suelo de nuestro huerto necesita a cada una de ellas.
1. Primavera, la preparación para la siembra
Incluso si mantenemos nuestro huerto activo durante todo el año, la llegada de la primavera es uno de los momentos más ajetreados del huerto. Será ahora cuando tengamos que añadir nutrientes a nuestro suelo a través de compost, guano o de humus de lombriz tras airear la tierra para romper el apelmazamiento que haya podido provocar el invierno.

2. Verano, sinónimo de protección
El sol tiene en la tierra el mismo efecto que el exceso de frío. Por eso y además de aplicar un acolchado orgánico sobre el suelo de nuestro huerto, será importante regar en profundidad y de forma espaciada para ayudar al desarrollo de las raíces.
3. Otoño, momento de regenerar la tierra
Además de ser un buen momento para analizar el suelo del huerto y comprobar su pH, también lo es para regenerar ese organismo vivo que es la tierra. Además de añadir compost, guano o humus de lombriz, también puedes enriquecer la tierra con hojas secas. Si no vas a tener cultivos en invierno, siembra uno de cobertura como tréboles o avena.
4. Invierno, la estación en la que tenemos que proteger la fertilidad de la tierra
Para evitar dejar la tierra desnuda podemos aplicar un mulching o, si hemos plantado un cultivo de cobertura, dejar que continúe su curso en los meses de frío.
Y ahora que sabes cómo cuidar de la fertilidad de la tierra ¿qué vas a mejorar en tu huerto para conseguirla?





