Cuidados del magnolio, el rey del jardín

Cuidados del magnolio

Es, sin lugar a dudas, uno de los árboles más espectaculares que existen. Su peso en el mundo de la jardinería es tal que basta con saber que su apodo es «el rey del jardín» para tomar conciencia de su importancia. Disfrutar de su increíble belleza pasa por conocer a fondo los cuidados del magnolio. Unos que no revisten una gran complejidad, pero de los que depende en gran medida que nuestro árbol nos alegre la vista con su gran regalo: su floración.

Y es que, al margen de la belleza de su porte o de su follaje perenne intensamente verde, son las magnolias el gran atractivo de esta planta. Un auténtico espectáculo que se deja ver, según la variedad, desde comienzos de primavera hasta principios de otoño. De gran tamaño, elegantes y perfumadas son, sin duda, el momento de máximo esplendor de este clásico de los jardines. Blanco, crema, rosa e, incluso, morado son los colores en los que podremos disfrutar de este increíble árbol.

Eso sí: antes de ver en detalle los cuidados del magnolio, es importante saber algo. Es un árbol de crecimiento lento que, a pesar de tomárselo con calma, puede llegar a alcanzar los 30 metros de altura. Un detalle a considerar, tanto a la hora de plantarlo como a la hora de no desesperarnos si no crece al ritmo que queremos. Lo hará. Y, mientras, solo podemos cuidar de él para promover su desarrollo.

5 CUIDADOS DEL MAGNOLIO FUNDAMENTALES PARA SU BIENESTAR

Como decíamos, los cuidados del magnolio adulto no son demasiado exigentes. Sin embargo, si nuestro ejemplar es joven y todavía no está asentado, es importante mimarlo para ayudarle a enraizar y crecer. Y este aspecto, su crecimiento, es algo que debemos considerar desde el principio.

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Aunque tarde, puede alcanzar una envergadura muy interesante en altura pero, también, en diámetro. El porte habitual del magnolio es cónico o globoso, por lo que planificar con cuidado el lugar de plantado es fundamental. No tenemos que pensar en cómo es cuando llega a casa: tenemos que hacernos una idea de hasta qué punto puede proyectar su desarrollo. ¿Y esto qué significa? Que tendremos que plantarlo de forma aislada, sin otros árboles a su alrededor y a ser posible lejos de cualquier edificación. Cuando un magnolio crece en la superficie es como consecuencia de un crecimiento de sus raíces.

¿Y qué sucede si queremos tenerlo en maceta? Que podemos cultivarlo sin inconvenientes. Eso sí: hemos de ser conscientes de que nuestro árbol tendrá un crecimiento moderado.

Veamos en detalle qué necesitan estos árboles para prosperar en condiciones, y que nos regalen su increíble floración.

1. La ubicación, fundamental en los cuidados del magnolio

Empecemos por un detalle que es básico para su bienestar. A la hora de plantar un magnolio, tendremos que elegir con cuidado su ubicación. No nos referimos solo a la consideración de sus dimensiones. También hay que contemplar otros detalles fundamentales para que prospere como queremos. Para empezar, es clave elegir una ubicación a pleno sol o ligera sombra en climas cálidos, y bien resguardado del viento.

Además de esto, el magnolio necesita suelos profundos y con buen drenaje.

2. El tipo de suelo, otra clave para su cultivo

Un detalle que tenemos que controlar y mimar. Basta con comprender qué son las plantas ácidas, y saber que el magnolio forma parte de esta singular categoría. ¿Qué implica exactamente esto? Que para poder crecer con bienestar, nuestro árbol necesitará un suelo fresco y ligeramente ácido o, en su defecto, de pH neutro. Si plantamos nuestro magnolio en un suelo arcilloso, sufrirá. Si lo hacemos en uno calcáreo, sobrevivirá pero su crecimiento no será ni de lejos el deseado.

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Es más: si las condiciones del suelo no son las ideales, es más que probable que nuestro magnolio sufra clorosis férrica. Una reacción a la alta alcalinidad del suelo, que se traduce en hojas amarillentas y un mal aspecto general. Más allá de corregirlo con un abono de quelato de hierro, es fundamental hacerlo a largo plazo enriqueciendo el suelo con lo que nuestro magnolio necesita. Conseguir corregir esta carencia pasa por aportes regulares de materia orgánica en forma de abono.

3. El riego, moderado y adecuado a cada momento

Como decíamos antes, el magnolio necesita un suelo fresco. Por ello, es fundamental que esté siempre ligeramente húmedo, algo que podemos conseguir aplicando un mulching sobre la superficie. A pesar de este detalle, ojo: los riegos deben ser moderados, y huyendo siempre del encharcamiento.

Aunque esta es la pauta general de riego, tengamos en cuenta algo importante. Tanto durante los primeros años de nuestro árbol como en épocas de verano, el riego debe ser regular aunque moderado. Sin embargo, una vez nuestro árbol está establecido, el riego pasará a ser algo anecdótico.

4. La temperatura, un aspecto a tener en cuenta sobre todo en su juventud

El magnolio, originalmente, procede de climas cálidos. A pesar de estar aclimatado a otros más fríos, no tolera bien ni las heladas continuadas ni extremas.

En árboles de buen tamaño y cierta edad, pueden llegar a aclimatarse al frío sin inconvenientes. Sin embargo, en árboles jóvenes o recién plantados tendremos que ser cuidadosos en los meses que bajan las temperaturas.

La ubicación, fundamental en los cuidados del magnolio

5. La poda, solo para dar forma

¡Y ni siquiera! Porque aunque lo incluyamos en la lista de cuidados del magnolio, no es imprescindible. En realidad, podar nuestro árbol debe hacerse únicamente con la intención de eliminar ramas inferiores y procurar que éstas se concentren en la parte superior.

Más allá de que solo la realicemos una vez al año, es fundamental que optemos por una poda ligera.

Y no: no hacemos un capítulo de plagas porque, salvo ataques puntuales de pulgón, el magnolio es un árbol sumamente resistente a ellas.

Sabiendo todo esto, está claro por qué es el rey del jardín. Y todavía más por qué no hay apasionado de la jardinería que no se enamore de él.