Iniciarse en el arte del bonsái pasa, sin duda alguna, por conocer sus cuidados. Unos cuidados que son claves para procurar la salud y longevidad de nuestro árbol. Porque, para empezar, hemos de ser conscientes de que un bonsái no es una modificación genética. Nada más lejos de la realidad: un bonsái no deja de ser un árbol (el de la especie que hayamos elegido según nuestras posibilidades de luz y espacio) al que se le da forma para que crezca de determinada manera. De una manera miniatura, alejada de su crecimiento real en la Naturaleza. Precisamente por eso, tenemos que cuidarlo como cuidaríamos un árbol común y corriente con la sola salvedad de que un bonsái pasa su vida en una bandeja (de ahí viene precisamente su nombre) y no plantado en tierra.
Eso sí: si estamos ante nuestro primer bonsái, no tengamos miedo. Es importante conocer ciertas pautas para que crezca sano y haga las delicias de quien le moldee a su antojo. Para empezar, es fundamental saber que hay un trío de aspectos importantes para la salud de nuestro árbol: el riego, el abonado y la elección del lugar en el que vivirá. Vayamos por partes para entender cómo cumplir correctamente con cada uno de ellos.
Para empezar, el riego. Tenemos que tener muy claro que no conlleva una norma escrita. Es decir: que sabremos cuándo regarlo más por observación que por cualquier otro motivo. La intensidad del riego dependerá en gran medida de la especie de árbol, su tamaño y el clima en el que habite. Debemos revisar diariamente el estado en el que se encuentra la tierra de nuestro bonsái y regarlo siempre que el suelo esté ligeramente seco. No podemos esperar nunca a que esté seco del todo porque necesitan cierta humedad al igual que agua de calidad (bajo contenido en sales). De la misma manera que es fundamental el agua, lo es el drenaje: tenemos que comprobar que cuando regamos (abundantemente, recordemos) el agua se desaloja en la cubeta.

Sigamos con la tierra. Tenemos que tener claro que, al final, un bonsái es un árbol en un espacio reducido. De ahí que velar porque el suelo en el que estén se encuentre fertilizado (las tierras pierden nutrientes con el tiempo ya que alimentan el árbol) es fundamental. Deberemos hacerlo de manera periódica con un abono específico y anotando siempre (recomendamos marcarlo en un calendario) cuándo lo hacemos y en qué cantidades. Tan malo es el exceso como el defecto, así que es importante seguir las instrucciones de cada abono.
Por último, el «¿dónde lo ponemos?» es fundamental. La colocación de un bonsái como ocurre con otras especies botánicas (sobre todo las orquídeas) es vital para su bienestar. Si no podemos ubicar nuestro árbol en un lugar al aire libre en el que se encuentre protegido del frío o del sol, es importante encontrarle el mejor lugar dentro de casa. Y, ante la duda de dónde colocarlo, lo mejor es saber un poco más de su especie para saber cuál puede ser el mejor lugar para él.
Y si, a pesar de estos consejos seguimos teniendo dudas de cómo hacer que nuestro bonsái sea un compañero a largo plazo de nuestra vida, acércate a cualquiera de nuestros centros y pregunta a nuestros expertos de Jardinería.
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