Cuidar del regalo del verano: el rosal en flor

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Es uno de los protagonistas indiscutibles de los meses de sol, uno de los mayores regalos del verano: poder disfrutar del rosal en flor es un auténtico espectáculo que requiere paciencia para verlos florecer, cuidados y sobre todo una poda correcta en el momento determinado (como ya vimos hace unos meses). Por algo, esta planta leñosa es una de las favoritas en todo el mundo y no cabe duda de que la belleza de sus flores tiene mucho que ver en este favoritismo.

Longevos (bien cuidada, la planta del rosal puede vivir incluso más de 20 años) y resistentes (tolera a la perfección el frío), es ahora en verano cuando se viste de flores para demostrar que valía la pena esperar a que llegaran los días de sol. Sin embargo, si queremos conservar esa belleza con la que nos regala hasta que entra el otoño, es preciso cuidarla para ayudar a que nuestro rosal conserve su flor con la fuerza y salud necesarias para rebrotar varias veces durante estos meses.

Tanto si se trata de un rosal de árbol o de un trepador, en estos meses de calor tendremos que ser especialmente cuidadosos con el tema del riego. No caigamos en el error de encharcarlo, porque el rosal tolera mejor la sequía que el exceso de agua salvo si se encuentra plantado en maceta (que necesitarán más agua que directamente en el suelo, donde la propia planta hunde sus raíces buscándola). Añadido, para estos meses de floración, es importante ayudarla con el desgaste que provoca estar constantemente rebrotando. Para ello, lo mejor es utilizar un abono específico para rosal en flor que nos ayudará no solo a fortalecer la planta en sí (aunque son expertos en crecer en suelos pobres, florecerán con más facilidad en un suelo enriquecido) sino, también, a hacer que florezca incluso con más fuerza.

Elegante y duradero, el rosal rebrota (con los cuidados necesarios) de manera constante durante todo el verano
Elegante y duradero, el rosal rebrota (con los cuidados necesarios) de manera constante durante todo el verano

Porque es precisamente fuerza, su propia fuerza, lo que necesita para estar vigorosa y espléndida de flores. Para ayudar a que la floración sea duradera, es recomendable eliminar del rosal las flores que estén marchitas o secas. De esta manera, la planta administrará mejor sus nutrientes (destinándolos a dar vida dónde sí es posible y evitando, además, la proliferación de plagas) y favorecerá que vuelva a florecer. Además de este gesto, también es importante eliminar los chupones cuando aparezcan. Son sencillos de reconocer: se trata de esos tallos débiles que nacen del tallo principal del rosal y no dan flores. Cortándolos (siempre lo más cerca posible de su base, sin herir el tronco principal de la planta) estaremos ayudando al rosal tanto a crecer como a florecer.

Por último, para disfrutarlos completamente es importante que estemos pendientes de las plagas ya que son propensos a contraerlas. No solo hablamos de insectos como el pulgón sino, también, de hongos. Un motivo más que suficiente para prestarle atención al rosal, con vistas a detectar pronto cualquier tipo de contratiempo y paliarlo (mediante el empleo de fungicidas o insecticidas específicos para rosales).

Y, con estos cuidados, solo queda una cosa pendiente: disfrutar de ellos y de la belleza de sus flores. Y, si todavía no tienes un rosal en tu paisaje personal, no dudes en incluirlo: disfrutarás de la compañía natural de la llamada «Reina de las flores». Un buen nombre, sin duda.