Se la considera la Reina de las plantas aromáticas y no es para menos. Aunque no es una de las preferidas por los aficionados a la jardinería, la Salvia es una de las imprescindibles para quienes van un paso más allá. Una planta conocida por sus propiedades terapéuticas pero, también, por su increíble capacidad de resistencia al frío.
A su carácter aromático y su presencia (es un arbusto cuando crece) se le une que es una aliada perfecta para la cocina. Una que regala un sabor delicado a las recetas con un añadido: sus bondades medicinales.
Una planta ornamental y aromática poco conocida que merece la pena descubrir. Y que, cuando se hace, resulta inevitable querer tener en casa.
LUZ Y CALOR, SUS DOS ÚNICAS EXIGENCIAS
Como sucede con otras muchas plantas ornamentales, su procedencia es la que marca esas necesidades de cultivo que nos permitirán disfrutar de la Salvia en todo su esplendor. Al ser oriunda de las zonas Mediterráneas, esta planta aromática exige una buena dosis de sol. Motivo por el que es necesario plantarla en exterior y en un lugar con alta exposición solar.
Como buena planta perenne, es resistente y, a pesar de su predilección por el calor, aguantará bien las heladas propias del invierno. Sin embargo y a pesar de su resistencia, sí tenemos que tener claro que cada 4 o 5 años tendremos que renovarla. La Salvia es una planta aromática con un ciclo vital determinado y, una vez transcurrido, lo mejor es eliminarla y volver a plantar. Algo que nos avisará la planta de una manera natural, generando cada vez un número menor de esas hojas arrugadas y aterciopeladas tan características.
Respecto a ese dónde que es lo que más preocupa en jardinería, con esta planta lo tendremos fácil: no es exigente con los suelos, necesita que éstos tengan los nutrientes básicos (si es una tierra de pH neutro todavía mejor) y agradece que tengan cierto punto de arcillosos (sobre todo, para retener agua durante el verano).
SU FLORACIÓN, OTRO DE SUS REGALOS
Más allá de sus propiedades medicinales (que son especialmente interesantes para las féminas, de ahí que se la llame de manera popular la planta de las mujeres), lo cierto es que la Salvia es una compañera perfecta de la cocina. Sus hojas frescas se usan, sobre todo, como condimento de carnes de cerdo, ave pero también como aliño para esos deliciosos menús de las barbacoas.
Y si su sabor es un regalo, lo es más todavía su floración. Caracterizada por sus colores entre azules y violetas, guarda (en apariencia) cierta similitud con la floración de la Lavanda.
Sin embargo, y a pesar de su belleza, no es en sus flores donde radica lo medicinal de la planta. Para poder aprovechar sus aceites aromáticos, lo más recomendable es usar las hojas frescas y, si preferimos conservarlas a medio plazo, lo ideal es cortar sus hojas para secar justo antes de la floración.
Renunciaremos a ver la maravilla silvestre y sencilla de sus flores pero, por otro lado, podremos aprovechar todas sus virtudes. ¡Un buen y sano equilibrio!


