Aunque puede parecer que el invierno no es momento para ellos, incluso en esta época hay que tener en cuenta los cuidados del rosal. Una planta leñosa que, a pesar de ser rústica y resistente al frío, también necesita ciertas atenciones para que con la llegada de la primavera podamos disfrutar de la planta sana. O, lo que es lo mismo, veamos florecer a esa reina del jardín que es la rosa.
Es cierto que, cuando comienzan a bajar las temperaturas, el rosal se sume (al igual que otras muchas plantas) en un periodo de inactividad que viene a ser lo más parecido a una hibernación vegetal. A pesar de esto, es importante que aprovechemos el tiempo previo a la llegada del frío de verdad para dispensarle ciertos cuidados que le ayudarán a sobrellevarlo mejor.
Partimos de la base de que ya habremos realizado la habitual poda de otoño. Esa que se lleva a cabo antes de que el mercurio comience a bajar y hagan su aparición las heladas nocturnas. Incluso si no la hemos realizado (recordemos que tenemos una nueva oportunidad de podarlos, entre febrero y marzo), no te pierdas estos cuidados del rosal necesarios para encarar el frío invernal.
ACOLCHADO Y PREVENCIÓN, DOS CLAVES DEL CUIDADO DEL ROSAL DURANTE EL INVIERNO
A diferencia de otras plantas, los rosales no nos demandarán un mantenimiento durante los meses de frío. En realidad, lo que sí necesitan es que los preparemos para ello partiendo de una base importante: dejar de administrarles cualquier abono químico. Tengamos en cuenta que, al entrar en reposo, esta administración no podrá ser absorbida por la planta y que su unión con el frío puede resultar más bien perjudicial para las raíces (que pueden quemarse).
En lugar de ello, es más importante que velemos precisamente por la buena salud de las raíces (especialmente, si se trata de un rosal joven que hemos plantado en época de primavera). Protegerlas del frío no les sobrará en absoluto, y es tan sencillo como airear y realizar un acolchado sobre la base del arbusto.
Corteza de pino, compost o paja nos ayudarán a mantener en cierta manera la temperatura de las raíces aislada de las bajadas de temperatura del exterior. Añadido, al ser componentes de carácter orgánico, también se convertirán a medio plazo en una fuente de nutrientes nada desdeñable cuando la planta comience a activarse (durante las últimas semanas del invierno). A diferencia del abono químico, este fertilizante natural sí será bien recibido por la planta.

De la misma manera que protegeremos las raíces, tendremos que hacer lo mismo si nuestro rosal tiene nudos de injerto (ya que son, sin duda alguna, la parte más débil de la planta).
Y continuamos con la protección aunque, en este caso, sea a meses vista. Y es que, a pesar de lo que se cree, los meses de invierno son ideales para adelantarnos a esas plagas y enfermedades que han podido pasarle factura al rosal en los meses de primavera y, sobre todo, verano. Así, después de retirar todas las partes enfermas de la planta (ya sean por hongos o por alguna plaga), es importante comenzar a aplicar fungicidas naturales o aceites minerales que nos ayuden a preparar a la planta de cara a la nueva floración.
Un consejo: importante precisamente porque pueden ser peligrosos para su salud (si, por ejemplo, los administramos cuando no tocan o bien no respetamos los tiempos de reposo entre fumigación y fumigación), lo ideal es que antes de hacerlo consultes con uno de nuestros especialistas en jardinería de cualquiera de nuestros centros.
Una manera ideal no solo de hacerlo correctamente sino, sobre todo, de que su aplicación suponga lo que perseguimos: salud para que nuestro rosal nos regale, cuando el sol regrese, sus preciosas flores.
