
Rígido y maleable, el bambú es una planta perfecta para tener tanto en maceta como en jardín. Y, para quienes apuestan por los entornos zen, una compañera perfecta cargada de simbología.
Tanto que, incluso su nombre, es una onomatopeya del nombre de Malasía (dicho en una lengua original del país). Y no cabe duda: llamarse así responde a la gran diversidad de esta familia vegetal en el país, que fue traída a Europa gracias a los viajeros portugueses del siglo XVI.
UNA HIERBA CONSIDERADA EL ACERO VEGETAL
A pesar de que se trata de una planta oriunda de Asia, América, África y Oceanía lo cierto es que el bambú se adapta bien al clima de nuestro país siempre y cuando tenga un sustrato en constante humedad en el que crecer. Una necesidad básica de esta especie vegetal que, a pesar de las apariencias, no es más que una hierba.
Quizás por eso, puede alcanzar con el tiempo y según la especie una altura considerable (hasta 12 metros) . Esto da prueba de la capacidad de crecimiento de esta planta, que por su resistencia y la flexibilidad de sus cañas es conocida como el acero vegetal.

Curiosa es su personalidad a lo largo de la historia de los países orientales: el protagonismo del bambú es tal que se cuentan una infinidad de usos para la vida doméstica (según Wikipedia, hasta 1.500 nada menos).
EL BAMBÚ EN CASA
Dada su resistencia, el bambú supone una planta perfecta para acompañarnos en el hogar tanto plantada en macetas (donde crecerá menos) como de manera aislada en el jardín, junto a una rocalla o formando su propio espacio.
Y esto es importante: el bambú es una planta que se expande con facilidad, por lo que es común ver junto a los tallos de más altura otros incipientes que crecerán siempre en línea con el resto de la planta.
La parte positiva de su crecimiento es que formarán un seto natural y compacto. Y decimos compacto porque, a diferencia de otras especies, las cañas del bambú cuentan con la misma altura en la base que en la copa (crecen de manera regular).
¿Te animas a tener este toque oriental en tu jardín?