No cabe duda: los árboles son el mejor ejemplo del paso del tiempo, de la victoria de la Naturaleza. Y, además de los árboles ornamentales, los frutales son además el mejor ejemplo de vida. Un ciclo que se renueva año tras año (siempre que reciban los cuidados pertinentes) y que, además de decorar cualquier jardín (no olvidemos que, antes de dar su fruto, la gran bondad de los frutales es la espectacularidad de sus flores), nos facilitan tener una alimentación sana y criada en casa. Auténtica agricultura orgánica para saborear de verdad.
Si te estás planteando contar con árboles frutales en tu jardín, es importante saber que a finales de este mes (cuando el invierno está entrando en sus últimas semanas) es el momento ideal de plantarlos. Al igual que cualquier planta, los árboles frutales tienen su momento ideal para enraizar y eso no significa que en otra época no vayan a crecer… pero sí es cierto que el momento de su plantación es determinante no solo para su crecimiento sino, también, para la calidad y cantidad de fruta. Por eso mismo, es importante contemplar qué árboles queremos tener y consultar cuál es su momento idea de plantación. Por ejemplo: si nuestra idea es un limonero, un melocotonero o el guindo tendremos que esperar todavía algunos meses para poder plantarlos con la seguridad de que el frío no los va a estropear. Sin embargo, si queremos tener un cerezo es ahora su momento: al igual que otros frutales, necesita su dosis de frío para producir después su fruto.

Una vez decidamos qué tipo de árbol frutal vamos a plantar, podemos elegir entre plantar lo que se llama a raíz desnuda (los más sencillos de manejar, aunque habrá que sanearlas antes de plantar e incluso mantenerlos en agua con sustrato antes de ser plantados para hidratarlos) o bien aquellos que están preparados en otros formatos (como en cepellón, bolsa o maceta). Decidamos lo que decidamos, hay un aspecto fundamental: el suelo. El sustrato en el que plantemos ha de ser el adecuado para nuestro frutal o, incluso, ha de estar preparado para el que hayamos decidido. Ser un suelo fértil, bien drenado, con suficiente profundidad y rico en materia orgánica. Más allá de que hayamos nutrido nuestro sustrato, es importante aportarle compost o estiércol, además de contemplar los fertilizantes minerales. Cómo enriquecer nuestro suelo es un aspecto fundamental que, lo más recomendable, es preguntar cuáles son las necesidades específicas de cada variedad de frutal para ayudarlo en su enraizamiento y posterior crecimiento.
Igual que es importante el suelo, también lo es proteger el nuevo árbol de las inclemencias con especial atención al viento. Si nuestros árboles van a estar en un lugar ventoso, lo más recomendable es intercalar setos o arbustos entre nuestros frutales que sirvan como barrera para que las raíces se mantengan ancladas en el suelo). Algo tan fundamental como saber guardar una distancia oportuna entre árbol y árbol. Tengamos en cuenta que nuestro árbol crecerá en superficie pero, sobre todo, bajo la tierra. Un motivo más que fundamental para guardar determinados metros entre uno y otro (lo mejor, según la especie, es preguntarlo a la hora de comprarlo) para permitir que las raíces crezcan y no se roben agua entre sí.
Por último, y como sucede con cualquier árbol joven, es importante unir nuestro árbol frutal a un tutor. De esta manera, su crecimiento estará reforzado y pautado desde sus inicios y, una vez comience a crecer, se le puede dar la forma que deseemos. Porque ese es otro de los aspectos fundamentales de un frutal: la poda. Pero de eso ya hablaremos más adelante.