Seguramente, veamos muy lejos en el tiempo los días de sol de primavera. Esos en los que podemos volver a disfrutar del aire libre, de la natural compañía de las plantas en el momento más espectacular del año. Ya se puede sentir que los días comienzan a durar un poquito más y, antes de que nos demos cuenta, el calendario nos habrá sentado de lleno en Mayo. Pero, para poder disfrutar de los meses de sol con intensidad, es sin duda febrero el mes clave para hacerlo. Básicamente porque el resultado de nuestro jardín de entonces depende del trabajo de ahora.
A pesar del frío, es ahora cuando es necesario comenzar a pensar en nuestro jardín. Y es que, sin ir más lejos, de lo que sembremos o plantemos ahora será resultado nuestra propia primavera. Un buen motivo para comenzar a planificar qué plantas queremos tener para entonces. Algo para lo que es fundamental repasar los bulbos y semillas que se plantan por estas fechas, tener en cuenta las plantas de flor que queremos ver después para planificar cuándo plantarlas (por ejemplo, febrero es el mes por excelencia para plantar rosales o raíces desnudas… pero también de trasplantarlos) y comenzar a enriquecer o acolchar el terreno para que lo que ya tengamos plantado (esté o no en flor) sobrelleve mejor los últimos coletazos del invierno.
Pero no son solo las plantas lo importante de un jardín. Ahora es además momento de revisar el estado de nuestros muebles de jardín, esos que sufren (según el material del que estén hechos) tanto en ocasiones los síntomas del invierno. Si los protegimos bien al llegar el frío y el agua, estarán en perfectas condiciones y tan solo necesitarán el típico mantenimiento anual o una renovación. Porque febrero también es el momento de planificar el look de nuestro jardín, de ese espacio tan personal de una casa como es el jardín. De pensar en crear espacios únicos, en hacer hogar también al aire libre. Un buen motivo para pasarle revista a la decoración que tenemos y plantearnos si ha llegado el momento de cambiarlo (poco o mucho, incluso únicamente en la iluminación), de crear espacios dentro de nuestro jardín (instalando un estanque, una pérgola, un huerto o, simplemente, un camino de madera) o de poner nuestro espacio más personal en manos de profesionales que nos ayuden a construir nuestro propio paisaje.