A falta de poder verbalizar, es posible entender a nuestros felinos conociendo el lenguaje corporal del gato. Un sencillo esquema de comportamientos que nos ayuda a comprender los sentimientos de uno de los animales más reservados de la naturaleza y, a la vez, que más emociones demuestra valiéndose de su cuerpo como forma de expresión.
A pesar de tener fama de independientes, lo cierto es que los gatos demandan mucho más del humano de lo que se cree; y para ello cuentan con un importante abanico de expresiones corporales. Nada menos que 25 señales visuales que pueden darse en casi 20 combinaciones diferentes para expresar tanto alegría como miedo o, incluso, ataque.
Y, si bien está claro que cada gato cuenta con su propia personalidad y que hemos de tomarnos nuestro tiempo para descubrirla, conocer su lenguaje nos puede ayudar a profundizar todavía más en nuestra relación con él. Una manera perfecta de gestionar cada una de las situaciones que pueden darse en la vida diaria pero, además, de comprenderle para que sea todavía más feliz.
CUÁLES SON LAS CLAVES DEL LENGUAJE CORPORAL DEL GATO
Tanto si el gato es propio como si es desconocido, su lenguaje corporal es un idioma común a todos ellos a pesar de que cada uno tenga sus particularidades.
Más allá de esas singularidades, para comprender qué nos quiere decir un gato lo mejor es fijarnos en determinadas zonas de su cuerpo. Una auténtica guía natural para saber cómo actuar ante una determinada situación que, además, no puede juzgarse de manera separada sino en su conjunto.
Veamos algunas pautas básicas para entender el lenguaje corporal del gato y cuáles son las zonas de su cuerpo que nos darán pistas sobre su actitud y emociones.
La cabeza
La posición de la cabeza tan solo puede juzgarse de manera aislada cuando el gato la mantiene estirada hacia delante. Este gesto suele indicar demanda de cariño o saludo, si lo realiza hacia una persona desconocida u otro congénere gatuno. Precisamente es en un contexto con más gatos donde la cabeza jugará un papel esencial que tendremos que observar (sobre todo si le estamos presentando a un nuevo miembro de la familia o si tenemos varios gatos que conviven). Un comportamiento que también puede darse con humanos, aunque suele ser menos común.

Es importante saber que cuando un gato alza su cabeza se siente seguro y tranquilo, mientras que aquel que la agacha nos está indicando cierta agresividad. Pero no podemos quedarnos ahí, ya que fijarnos solo en la colocación de su cabeza puede dar lugar a error: agachar la cabeza también puede demostrar sumisión, pero incluso un gato que tiene miedo puede bajarla antes de demostrar un comportamiento agresivo. ¿Cuál es la clave para diferenciar cuál es su estado de ánimo? Fijarnos en su cola.
La cola
Incluso más que la cara en sí (que, cuando el gato es nuestro, sabemos identificarla sin necesidad de fijarnos en más), la cola es la mayor herramienta de expresión del gato. Será en ella y en su posición en la que tendremos que fijarnos para comprender el resto de su lenguaje corporal.
Mientras que una cola hacia arriba significa que el gato está feliz; cuanto más abajo esté, más nos estará indicando su sensación de infelicidad. Es importante identificar otro par de comportamientos: por un lado, si mantiene la punta hacia el lado derecho nos estará indicando que está muy contento o que tiene necesidad de jugar. En cambio, si sacude la punta del rabo nos estará indicando su enfado.

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De la misma manera, si vemos que el gato mueve enérgicamente la cola de un lado a otro nos estará indicando o bien su intención de jugar o bien su malestar. Si se trata de lo segundo, hemos de interpretar ese movimiento como una auténtica advertencia de que es tal el enfado que tiene que puede resultar agresivo. Una buena razón para que, si nuestro gato presenta ese comportamiento, le dejemos tranquilo hasta que se relaje. Aunque a veces resulta difícil identificar si se trata de una emoción u otra, hay una pista que nos ayudará a saber si está feliz o enfadadísimo: el movimiento de cola de un gato de buen humor suele ser con la cola más próxima al suelo.
Los ojos
A diferencia de los humanos y de otros animales confiados como los perros, el contacto visual del gato con un desconocido suele ser interpretado por el animal como un gesto de reto e, incluso, de amenaza por parte del humano. Una buena razón para que, si entramos en el territorio de un gato al que no conocemos, dejemos que sea el animal quien libremente se acerque a nosotros, si lo desea, en el momento que quiera.
A diferencia de los perros, los cuales esperan contar con el permiso de la mirada humana, los gatos ponen sus propias normas y deciden cuándo es momento de acercarse al visitante (si lo consideran oportuno).

Si el gato es nuestro, nos demostrará su felicidad abriendo ampliamente los ojos pero también adopta este comportamiento si hay algo que le haya despertado la curiosidad. Aunque los ojos no son lo más representativo en el lenguaje corporal del gato, sí es importante saber que si lo vemos con las pupilas completamente dilatadas, y no está en un estado de penumbra o casi oscuridad, nos estará indicando miedo o la intención de adoptar una postura defensiva.
Las orejas
Al igual que la cola, las orejas de un gato son un elemento de observación único para comprender su lenguaje corporal. Es importante saber que cuentan con un increíble desarrollo muscular ¡los gatos tienen cerca de 30 músculos en cada oreja!, y por ello pueden adoptar distintas posturas.
En aquellos felinos que están contentos y tranquilos, las orejas estarán siempre hacia arriba y se moverán ante cualquier sonido. Sin embargo, cuando un gato está asustado o presenta sumisión, ante otro de su especie, colocará las orejas sobre la cabeza. ¿Cuándo interpretar que sus orejas nos están advirtiendo? Cuando vemos que las llevan hacia la cara.
Los bigotes
Este atributo de los gatos es otro indicador de sus emociones y nos puede dar pistas de cómo se encuentra. Si el gato está relajado, sus bigotes estarán completamente extendidos; si está jugando, los extenderá levemente hacia delante; si los coloca sobre sus mejillas, nos estará indicando que está molesto o enfermo.

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Y aunque está claro que cada animal cuenta con su propio comportamiento y personalidad, nada como tener claro estas pautas para entender no solo a nuestro felino, sino a toda esta raza de animales de compañía que tan acogida está en nuestra sociedad.
Una manera perfecta de comprender el lenguaje corporal del gato y de hacer que nuestra convivencia o encuentro con él sea placentera ¡para ambos!
