Ha llegado ese tan ansiado momento de recibir en nuestro hogar a un cachorro. Una emoción que se vive con preparativos y para la que tenemos que prepararnos por un motivo más que importante: los primeros meses de nuestra convivencia serán fundamentales en su comportamiento. Una buena razón para tomarnos nuestro tiempo y descubrir cómo comportarnos cuando llegue a casa.
Porque esas normas del principio, que se han de consensuar entre todos los miembros de la familia, son la base de nuestra convivencia con él. Tengamos en cuenta que los cachorros no dejan de ser bebés que están deseosos de jugar pero también de aprender. Por eso, entre nuestros preparativos, es importante que pautemos cuáles van a ser nuestras reglas para que crezca feliz y nosotros compartamos esa felicidad.
NORMAS, LA BASE DE LA CONVIVENCIA
Tenemos que contemplar que los primeros días en su nuevo hogar todo van a ser descubrimientos. Precisamente por eso, es importante que desde ese comienzo él tenga claro cuáles son las normas. Desde si puede o no entrar en algunas zonas de la casa a si puede (o no) subirse en un sofá, pasando por si queremos que nos acompañe mientras comemos o si decidimos dejarle (o no) comer de nuestra comida. Todos esos aspectos de convivencia con él son un debate importante que hemos de tener claro incluso antes de su llegada. Y no solo eso sino que, además, todos los miembros de la familia hemos de aplicar las mismas normas con vistas a que esto sea un refuerzo positivo en el cachorro.

Porque en el planteamiento positivo consiste la educación de un cachorro. Algo que tenemos que tener claro también, por ejemplo, en lo que respecta al uso de su nombre. Siempre ha de emplearse de manera positiva ya que va a ser un canal perfecto, el cómo se llama, para que responda en lo sucesivo a nuestras órdenes. Por eso, es importante que en estos primeros días de convivencia con nosotros no identifiquemos su nombre con las trastadas que pueda cometer. De esa manera, su manera de identificarse no formará parte de lo que hace mal sino de lo que hace bien y tendremos más posibilidades de que responda a nuestras llamadas (sobre todo durante los paseos).
DEFINIR SU ESPACIO, CLAVE PARA SU EDUCACIÓN
Su territorio, su lugar. Ese en el que están sus cosas, en donde puede comer y donde tiene que hacer sus necesidades. Es importante que, desde el principio, tengamos claro cuál es el espacio que vamos a destinar para él. Una manera de mantener el orden de nuestro hogar pero, también, de que él pueda sentirse cómodo y seguro.
Por eso, es importante decidir dónde vamos a situar su comedero y bebedero para que desde un principio los tenga localizados; y, en caso de que tenga su camita, enseñársela desde el principio para que sepa cuál es su lugar para dormir. Este lugar, su lugar de descanso, no debe estar demasiado lejos del agua pero sí lo suficientemente lejos de esos periódicos iniciales que serán su propio WC.

Dado que los cachorros no suelen tener completo su ciclo de vacunaciones, tendremos que esperar hasta completarlos para poder sacarlos fuera. Por eso mismo, es importante que desde el comienzo tenga localizados esos periódicos que ayudan a tener un único sitio en el que hacer sus necesidades. Enseñarle de manera recurrente que es ese el sitio destinado para ello es clave para su educación y hacerlo es tan sencillo como identificar sus momentos de uso (por ejemplo, los cachorros tienden a orinar cuando se despiertan) y tener paciencia hasta que aprenda a usarlos.
Y tú ¿cómo has recibido a tu perro en casa?, ¿cómo fueron los inicios de vuestra vida?
