Estar preparados antes de que llegue el invierno es fundamental y, aunque parezca que el momento de encender la chimenea queda muy lejos, antes de que nos demos cuenta tendremos que hacerlo. Poco a poco, la temperatura del exterior ha comenzado a bajar y, con ese descenso, es momento de pensar en organizar nuestro hogar para esos meses en los que vamos a pasar irremediablemente más tiempo en él.
Lejos de lo que pensamos, la chimenea también necesita su mantenimiento. No basta con comenzar la temporada de frío y encenderla sin más, sino que es importante realizar una serie de labores previas a ese momento. Unas tareas que nos permitirán mejorar su rendimiento y economizar el calor que aporte a nuestro hogar. Así que no esperemos a que sea imprescindible encenderla: comencemos a preparar nuestra chimenea.
LA LIMPIEZA, EL PUNTO DE PARTIDA
Para ello, lo primero que tenemos que hacer es limpiarla. Aunque pueda parecer una odisea a simple vista, es mucho más sencillo de lo que parece y más que importante. Tenemos que tener en cuenta que, con el paso del tiempo, el tiro de la chimenea va acumulando hollín y otras sustancias que pueden hacer que arda peor y, según el tipo de combustible que usemos, que sea incluso peligroso que cuenten con esta acumulación de partículas (entre las que se encuentra una de las más inflamables y nocivas, el alquitrán). Añadido, una chimenea limpia evitará esos humos que en ocasiones invaden la estancia en la que se encuentra generando malestar. Y, está claro, la intención de encender la chimenea es todo lo contrario.

Imagen: Jim en Flickr
Pero no hay que preocuparse: nadie está diciendo que tengamos que subirnos al tejado, encaramarse encima de ninguna instalación o tratar de limpiarla desde el interior de nuestra casa. Existen diferentes productos que nos permitirán limpiar el cañón de humos con facilidad y, sobre todo, con seguridad. Podemos servirnos, entre otros productos, de los leños deshollinadores (aptos tanto para chimeneas de leña como de carbón) que harán la labor de deshollinar la instalación. Para mejorar la efectividad, lo único necesario es que el cañón de humos esté caliente y el leño (al igual que otros productos de la misma gama y funciones) se encargará de su limpieza.
Si realizamos la tarea de deshollinar cada cierto tiempo, está claro que nuestra chimenea lo agradecerá. Para ello, podemos valernos de deshollinadores regulares que podemos aplicar regularmente durante toda la temporada. De esta forma, el mantenimiento será más sencillo y la efectividad de nuestra fuente de calor mayor.
REVISAR LA SEGURIDAD Y NUESTRAS EXISTENCIAS
Una vez lista la chimenea para dar calor, también es importante revisar otro factor igual de importante que su correcto funcionamiento: la seguridad. Y es que la chimenea no deja de ser una fuente de fuego y evitar cualquier percance es más que fundamental. Por eso, es importante pasarle revista al estado exterior de la chimenea garantizando, por ejemplo, que las juntas de los azulejos refractarios están selladas y, en caso de que no lo estén, hacerlo con cemento específico para ello.
Tampoco está de más, en el caso de las chimeneas abiertas de leña, revisar si nuestra rejilla salvachispas cumple con su función. O, lo que es lo mismo, si asienta bien en la embocadura de la chimenea y permite que tanto mascotas como niños estén a salvo del fuego. Una manera sencilla de disfrutar con total tranquilidad de ese calor tan especial que desprenden las chimeneas.
Y, con los deberes hechos antes de que llegue el invierno, solo queda aprovechar una noche fresca de otoño para inaugurar la chimenea. Una manera de encender ese calor de hogar de esta estación previa al frío.
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Y, si necesitas ayuda para elegir la mejor solución para hacer que tu chimenea sea compañera del invierno, ¡no dudes en preguntarnos!
