Jardín zen, elegancia natural

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Único, exótico y que invita al relax. Así podría simplificarse la hermosura de esos otros jardines, esos en los que se rompe la idea del verde como principal protagonista de todo. El jardín zen, lejos de perder esa magia de la Naturaleza en el jardín, invita a vivirla de otra manera. Con un sosiego que no solo lo crean sus principales elementos sino, incluso, la elección de las plantas que incluyamos en ella.

A pesar de las apariencias, más allá de la piedra que es protagonista de este tipo de espacios el jardín zen también tiene vida natural. Y no hay más que pensar en otro de sus elementos fundamentales: el agua. Una que no solo invita a la tranquilidad sino que, además, encarna uno de los valores fundamentales de este tipo de jardín: la vida.

Una vida en la que cada cosa tiene su significado y su papel para quienes consideran el jardín zen su mejor alternativa. Pero también lo es para quienes disponen de poco espacio para cultivar plantas y flores y quieren gozar de un espacio natural propio.

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Piedras blancas y oscuras componen el singular paisaje del jardín zen

LA SIMBOLOGÍA DEL JARDÍN ZEN

Aunque su origen es dudoso, es de uso común que el jardín zen supone una recreación de los jardines japoneses de meditación. Unos espacios que reflejan fielmente la concepción minimalista de decoración japonesa con unos pocos elementos fundamentales: la tierra, representada con las piedras y la madera; el agua, presente a través de estanques, y el aire, significado que tienen las escasas plantas que se utilizan para crearlos.

Más allá del característico suelo cubierto de piedras blancas en contraste con otras de mayor tamaño negras, es importante saber que la disposición de las mismas responde a una simbología: las piedras simbolizan los obstáculos de la vida, y cómo las coloquemos nuestra manera de enfrentarnos a ellos. Por eso y para mantener tanto la belleza visual como las raíces del jardín zen, es importante rastrillarlas como si dibujáramos en el suelo nuestro paisaje. Una manera, según la filosofía zen, de moldear nuestra vida y nuestras emociones.

El blanco y el negro, tanto en la piedra como en la decoración, son los colores característicos de este tipo de jardín
El blanco y el negro, tanto en la piedra como en la decoración, son los colores característicos de este tipo de jardín

Sobre ellos, las baldosas de madera no solo nos permitirán caminar por él sin estropear nuestra creación sino también reforzar ese valor filosófico original de estos jardines: incluso con obstáculos, se puede continuar caminando.

LOS ESTANQUES, IMPRESCINDIBLES

La presencia de las plantas en este tipo de jardines se ve muy reducida. Además de musgos, helechos o bonsáis el jardín zen se presta a otras presencias naturales discretas en las que el colorido es importante. Para no romper con la disposición de gravas y piedras, es importante apostar por plantas verdes de exterior y ceñirnos a que la presencia de flor sea mínima y relegada a tonos blancos y pastel claro para no romper la armonía.

El agua como símbolo de calma y vida es un elemento fundamental del jardín zen
El agua como símbolo de calma y vida es un elemento fundamental del jardín zen

Porque eso mismo, la armonía, el agua es un elemento fundamental en este tipo de jardines. Un agua que puede disponerse tanto en fuentes como mediante estanques en los que, siguiendo la tradición japonesa, los peces Koi y su carácter de símbolo de fortuna deben habitar.

Para acabar de redondear la decoración de un jardín zen, un último consejo: para disfrutar de esa tranquilidad que genera este tipo de espacios todavía más, es recomendable acompañar el espacio con velas.

Una forma intimista y perfecta de disfrutar de un espacio que invita a vivir la paz de la armonía.