Aunque suele generar muchas dudas, sí: es posible educar a un gato. Una tarea necesaria para la convivencia en el hogar, y más teniendo en cuenta las múltiples habilidades físicas de estos animales. Sin embargo, lo primero que hay que desechar a la hora de educar a un gato es creer que puede hacerse como si se tratara de un perro. Un punto de partida que hay que tener claro si no queremos frustrarnos en el intento. El carácter del perro es diametralmente opuesto al del gato, por más que tengamos un llamado «gato-perro». Por esa razón, la forma de educar a un gato también será completamente diferente.
Es importante entender que educar a un gato es una tarea reciente. Y decimos esto porque, a pesar de que el gato ha acompañado al hombre durante prácticamente toda la historia de la Humanidad, siempre lo ha hecho en un estado de semi libertad. Aunque a día de hoy es una de los animales domésticos más habituales, esto también es reciente. Se cree que hace menos de un siglo que el gato convive en el hogar con el ser humano. Algo que, en gran medida, nos da una pista de hasta qué punto y todavía hoy son animales semi domésticos.
Por eso y partiendo de estas premisas, no. Nuestro gato nunca nos dará la pata o se sentará cuando se lo pidamos. Pero, más allá de estas pautas, sí hay determinadas cosas en las que podemos educar a un gato para hacer de nuestra convivencia con él una mejor.
- ASPECTOS A CONSIDERAR A LA HORA DE EDUCAR A UN GATO
- 1. Tener siempre una misma respuesta
- 2. Regañar de manera inmediata, clave para educar a un gato
- 3. Nada de gritos ni castigo físico
- 4. Las normas son normas
- 5. Premiar siempre el comportamiento positivo
- EN QUÉ COMPORTAMIENTOS PODEMOS EDUCAR A UN GATO
- 1. Utilizar el arenero
- 2. No afilarse las uñas contra muebles o sofás
- 3. No subirse a los muebles altos, un clásico de educar a un gato
- 4. No morder como parte del juego
ASPECTOS A CONSIDERAR A LA HORA DE EDUCAR A UN GATO
Los gatos son unos animales con una increíble capacidad de aprendizaje. Sin embargo, a ese talento natural se antepone otra característica del gato: el increíble peso de su voluntad sobre todas las demás cosas. Algo contra lo que no podemos luchar sino, únicamente, disuadir. ¿Cómo? Armándonos de muchísima paciencia, y conociéndole más a fondo.
Además hay que entender que el gato no tiene pensamiento abstracto. O, lo que es lo mismo, no extrapola una vivencia a otra diferente. Para entenderlo mejor, un ejemplo. Podemos reprenderle si se sube a la mesa de la cocina, pero eso no le hará entender que simplemente no puede subirse a otras mesas. Es más: cuando no le veamos, se subirá a cualquiera de ellas porque no estamos para reprenderle. Si esto sucede, no es que no hayamos sabido educar a un gato. Es, más bien, una cuestión de carácter animal.
Por esa peculiar personalidad, es importante saber que hay determinados comportamientos que tenemos que evitar. Unos que en el caso del perro funcionan, pero que pueden ser contraproducentes con un felino. Y es que, a diferencia del perro, el gato no establece una relación de confianza ciega con su compañero humano. Más bien somos nosotros quienes, con mucha mano izquierda, hemos de ganárnosla.
Así que para que eso sea posible y más con vistas a educar a un gato, hay algunos aspectos que debemos conocer para hacerlo con éxito.
1. Tener siempre una misma respuesta
Para que un gato entienda que hay cosas que no puede hacer, es imprescindible reaccionar siempre igual. Tenemos que establecer una única palabra para ello, que puede ser un «no» o un «fuera». Un término que, además, también utilicen todas las personas que convivan con él. También podemos optar por un sonido, como por ejemplo un silbido, o una palmada.
Si siempre que queramos reprenderle usamos cualquiera de las dos cosas, entenderá que es una advertencia a su comportamiento y desistirá.
2. Regañar de manera inmediata, clave para educar a un gato
Si llegamos a casa después de trabajar y nos encontramos con un estropicio de nuestro gato, nada de regañinas. El gato no comprende que ha hecho algo mal si no se le reprende en el momento. De nada sirve que le enseñemos su travesura o que le soltemos un discurso. Tan solo conseguiremos que se enfade y pueda tramar cómo vengarse de nosotros.
3. Nada de gritos ni castigo físico
El gato es un animal sumamente sensible a los sonidos. Si optamos por gritarle, será casi como una agresión física y tampoco conseguiremos más que enfadarle. Lo mismo sucede con el típico cachete en los cuartos traseros que muchos aplican. No, no entenderá que le estamos reprendiendo sino que le estamos atacando. Los gatos son animales delicados y eso implica hablarles o comportarnos con delicadeza.
Esto también descarta pulverizarle con agua para evitar que haga algo. Tampoco conseguiremos nuestro objetivo con ello.
4. Las normas son normas
Con los gatos no hay cabida para las excepciones. Si nunca les dejamos subirse al sofá y un día extraordinariamente lo hacemos, se habrá abierto la veda para que sea habitual. Por eso, es importante delimitar desde un principio qué cosas pueden o no hacer. Y, sobre todo, no alterarlas.

5. Premiar siempre el comportamiento positivo
El gato es un animal que demanda mimos de manera constante. Es, probablemente, uno de los animales más hedonistas del mundo animal. Por eso y si queremos que educar a un gato llegue a buen puerto, siempre tendremos que premiarle cuando nos haga caso. Ya sea con una buena sesión de mimos o con algún snack para gatos. Ese simple gesto reforzará la confianza tan necesaria en la relación con un minino.
Eso sí: hemos de ser cautelosos y no darles snacks en exceso. De hacerlo, perderán su eficacia como refuerzo positivo. Por eso, lo ideal es alternar mimos y premios. O, incluso, dejarlos para aquellos comportamientos que necesitemos, sí o sí, educar.
EN QUÉ COMPORTAMIENTOS PODEMOS EDUCAR A UN GATO
Conocido un poco más de cómo es, toca saber en qué sí podemos educar a un gato. Y, lo que es más importante, cómo. Aunque en un entorno doméstico pueden darse muchas situaciones, las que vamos a ver a continuación son algunas de las más habituales.
Esos pequeños caballos de batalla que todos tenemos con nuestros mininos.
1. Utilizar el arenero
Es uno de los objetivos fundamentales de quienes quieren educar a un gato. Aunque utilizar el arenero suele ser un comportamiento instintivo desde pequeños, a veces los gatos tienen sus reticencias. Lo que para nosotros está limpio puede no estarlo para ellos, y provocar que hagan sus necesidades fuera de él. Otras veces la razón es que no sabemos cómo elegir el tipo de arena para gatos que le gusta.
Si, después de probar con distintos tipos de arena para gatos sigue sucediendo, tendremos que emplear otras tácticas:
- Si el gato orina en otros lugares, es imprescindible que lo limpiemos cuanto antes y usemos un producto que neutralice los olores. Al ser animales rutinarios, es importante borrar cualquier rastro para que no se convierta en costumbre

- Si hablamos de desechos duros, los colocaremos usando guantes nuevamente en su bandeja higiénica. Así él entenderá que ese es el lugar para sus deposiciones
- Si continúa teniendo lugares fetiche que no son la bandeja higiénica, hay que molestarle. Con esto nos referimos a disuadirle de utilizar ese lugar. Podemos hacerlo poniendo papel de aluminio en el suelo, cinta de doble cara o, incluso, rociando la zona con limón. Cualquiera de los tres le quitarán la idea de la cabeza
2. No afilarse las uñas contra muebles o sofás
Otro de los comportamientos habituales en lo que respecta a educar a un gato. Suele solucionarse fácilmente, ofreciéndoles rascadores o, incluso, colocando uno en sus lugares preferidos para afilarse las uñas. Si su oscuro objeto de deseo es la alfombra, tendremos que disuadirle utilizando la palabra o sonido que tengamos establecido, y llevándole al rascador.
En caso de que eso no sea suficiente:
- Podemos cubrir la zona con algún tejido que no le resulte agradable, como puede ser la tela de redecilla. Dado que más que afilarse las uñas lo que hará será enredarse, abandonará la tarea

- También se recomienda el uso de repelentes que, dado el olfato del gato, le disuadirán de la idea
En cualquier caso, ambos mecanismos deben complementarse con un rascador para gatos a su alcance. Uno al que le llevaremos una vez hayamos frustrado su rascado destructivo de nuestros muebles, sofás o alfombras.
3. No subirse a los muebles altos, un clásico de educar a un gato
Los gatos sienten predilección por los lugares elevados. Algo lógico, si tenemos en cuenta que su instinto cazador forma parte de ellos por más domésticos que sean. En gran medida, su obsesión por subirse a las mesas o a la encimera de la cocina responde a ello.
Para evitarlo, ademas de reprenderle cuando lo haga, lo idóneo es ofrecerle un rascador elevado.

Por su forma y altura, nuestro gato se sentirá mucho mas cómodo que en cualquier otro lugar elevado. Y, además, dispondrá de un espacio en el que poder escalar sin ser reprendido. ¡Y nosotros estaremos mucho más tranquilos de paso!
4. No morder como parte del juego
Y volvemos a hablar de su instinto. Porque morder forma parte de la manera de cualquier gato de relacionarse. Sin embargo, en ocasiones, este comportamiento puede cruzar una delgada linea roja y transformarse en un instinto violento. Un comportamiento que es prioritario en lo que respecta a educar a un gato, y que a pesar de sus impulsos se puede corregir.
Si en el transcurso del juego notamos que el gato utiliza demasiado las garras o los dientes, es momento de parar. Lo ideal es que abandonemos el juego, nos quedemos tranquilos a su lado y le ignoremos. Si trata de retomar el juego, tan solo tendremos que retirarlo de nuestra cercanía. Solo así entenderá que ese comportamiento no es adecuado, y que hacerlo le priva de jugar.

Si a pesar de esto detectamos que nuestro gato tiene mucho instinto cazador, tendremos que permitirle que lo desarrolle con juguetes para gato.
Y está claro que, además de estos cuatro comportamientos en los que educar a un gato, hay muchos más. ¿De cuál más te gustaría que habláramos?


